jueves, 22 de septiembre de 2011

Ayrin.

VIDA

Nací, hace ya muchos años, en una aldea de la brillante isla esmeralda. Guardo pocos recuerdos de mi inocente juventud, apenas unas imágenes del profundo bosque que rodeaba la aldea. El bosque permanece intacto, oscuro y lóbrego hasta para sus habitantes, de la aldea no quedan ni las ruinas. Salí de ella una mañana fría, rozando el alba, en busca del sustento que el bosque nos proporcionaba, cuando volví, ya atardeciendo, mis vecinos, mis hermanos, luchaban desesperadamente por sus vidas. No me detuve a contemplar mi última puesta de sol, arrojé mis presas y me zambullí en la batalla. No los vi morir. Sangre y rostros feroces son lo único que recuerdo. Y cómo mis enemigos iban cayendo a mi paso. Soy fiera, quizá lo aprendí en el bosque. Fue en ese momento cuando él me vio. Cubierta con la sangre de mis hermanos y mis enemigos. Enloquecida y sedienta de violencia. Y disfrutó. Encontró en mí el entretenimiento que no hallaba hacía décadas: una fiera salvaje despedazando a su ejército. A lo que quedaba de él. Mi aldea había sido derrotada, pero a un alto precio. Yo no lo sabía. Luchaba a ciegas y hubiera matado a mi hermano si se hubiera cruzado en mi camino.
El se acercó a mí sin miedo, sin armas. Y miró directamente a mis ojos enloquecidos. Su mirada escarlata detuvo en seco mi ataque y me hundió en un pozo de terror. Ya no era dueña de mis actos, todo mi ser temblaba y rogaba porque aquella agonía terminara pronto. Entonces habló: "Serás mía." 
Caí sin sentido sobre el suelo ensangrentado.

MUERTE

Jamás le he confesado que recuerdo mi muerte con total claridad. Por supuesto, supongo que él lo sospecha. Recuerdo sus manos recorriendo mi cuerpo, evaluando, calibrando, presintiendo mi futura fuerza.  
El proceso no es complicado, algo delicado pero simple en esencia. Un pequeño mordisco, el cuerpo desangrado al borde de la muerte y sangre nueva, sangre del maestro, fluyendo de nuevo por las venas del recién nacido. Simple. Pero no es eso lo que yo recuerdo. Mi memoria vuelve a aquella noche con poca frecuencia pero con exactitud.
La noche acababa de caer cuando él entró en la habitación en la que me encontraba. Había pasado el día dormitando entre pesadillas de sangre y ojos rojos. Alguien me había quitado las ropas ensangrentadas y sólo llevaba una camisola de lino blanco. Su aparición no fue menos terrorífica que aquella primera en la plaza de la aldea, pero ésta vez no sucumbí. Pensé en mis hermanos y hermanas asesinados y luché contra el pavor. Cuando sus ojos alcanzaron los míos me sorprendió no encontrar la mirada escarlata de mis pesadillas, en su lugar se encontraban dos esmeraldas cristalinas, brillantes como el musgo de los riachuelos. Desafiante, sostuve su mirada mientras él hablaba: "Eres una luchadora fiera y bella, no mereces morir. Esta noche cenaremos juntos y mañana te descubriré un nuevo mundo. He encargado que te preparen un baño, y vestidos dignos de tu belleza. Cuando estés lista, Liam te acompañará a mis habitaciones."
Tomé un baño de dama por primera vez en mi vida y vestí, también por primera vez, las ropas que había encargado para mí. Elegí un vestido sencillo, verde, con amplio escote y sin mangas, como todos los que me había hecho llegar. Más tarde supe por qué. Una criada me ayudó a vestirme y Liam me llevó hasta él.
La habitación en que me esperaba no disponía de mesa ni comida. Había un pequeño escritorio, sí, pero toda mi atención se centraba en una gran cama con dosel que ocupaba gran parte de la habitación. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que quizás quisiera algún pago por todos aquellos regalos. Y por mantenerme con vida cuando había masacrado a toda mi aldea. No podía estar más equivocada, aunque sus actos me mantuvieron bien concentrada en mi error. 
Sonrió al verme entrar y habló en tono apreciativo: "Esto está mejor, ahora sí pareces una dama. Te vendrá bien en el futuro". Estaba apoyado en el marco de la ventana, junto al gran dosel, se acercó a mí extendiendo la mano, animándome a tomarla y rodeándome con sus fuertes brazos en cuanto me tuvo cerca.  "Tus brazos son fuertes, pero discretos, eso es bueno." Sus manos evaluaban mis músculos en un abrazo aterrador y confuso. Sus ojos me tenían atrapada, de nuevo era incapaz de moverme, empecé a temblar y él sonrió de nuevo "Pronto tu también producirás este efecto, chiquilla mía." Poco a poco fue acercando sus labios a los míos, aterrada, intenté huir, pero ya era tarde. Sus fuertes manos no permitían movimiento alguno y su beso rompió cualquier lazo de amor que hubiera podido tener en el pasado. Ya no amaba a nadie sino a él, y ya no deseaba a nadie sino a él. Dejé de luchar. Él lo notó y me susurró "Te prometo que seré rápido". No lo entendí. No quería que aquello acabara jamás, no quería que sus manos se alejaran de mi ni por un instante. Poco a poco deslizó sus labios por mi cuello con delicadeza, los detuvo y, en un instante eterno y relampagueante, atravesó mi piel y se alimentó de mí. Bebió mi sangre. Toda. Hasta el punto en que sentí volar la vida de mis entrañas y morí de tristeza por abandonarle justo cuando lo había encontrado. Morir no fue fácil. Sus besos, sus manos, su piel, todo me hacía querer mantenerme con vida y, al mismo tiempo, me desangraban sin dilación. Sentí mi corazón palpitar por última vez en el mismo momento en que me entregaba su muñeca: "Bebe".
De repente sentí la imperante necesidad de recuperar toda la sangre que me había hecho perder. Y quería la suya. Ignoré su muñeca y me lancé sobre su cuello como el animal de presa que soy. Rodó sobre la cama sorprendido y divertido "Muy bien chiquilla mía, sigue tus instintos". Su sangre era mucho más poderosa que ninguno de los licores de mi antiguo pueblo. Bebí sin cesar pese al aturdimiento que me producía. Sentí una fuerza mayor fluyendo desde su interior y extendiéndose por todo mi ser. Sentí su debilidad y mi fortaleza y, pese a que le amaba más que a mi propia vida, deseé acabar con él, quise poseer toda su fuerza y reducir a cenizas el poder que ahora tenía sobre mí. El sintió mi ansia y, de nuevo divertido por mi reacción, me apartó con fuerza de su cuello "Primera lección Ayrin, y es la más importante chiquilla, nunca mates a tu maestro. No sobrevivirías ahí fuera ni una noche sin mí".

SANGRE


Continuará. Espero.


Besitos vampíricos.

4 comentarios:

Juan Carlos Partidas dijo...

Yo también espero. :)

Vaya sorpresa que me has dado con este relato. Definitivamente eres "multitalentosa". :)

Ladonnabupu dijo...

Muchas gracias Juan Carlos!!

CocotteMinute dijo...

Me gustan tus fotos!! y la libertad con la que escribes!

Ladonnabupu dijo...

Muchas gracias!
Me gusta que te gusten :D