miércoles, 12 de agosto de 2009

La niña de mantequilla

"Érase una vez.." (Porque lo mío es un cuento)

No recuerdo quién fue el primero en llamarme así. Lo cierto es que probablemente tampoco me lo llamaran tanto, pero lo tengo grabado a fuego en la memoria. Es lo que tiene el dolor. Que tiene memoria. Y yo de dolor entiendo un huevo. Y hasta dos.

Pues lo que iba diciendo. Que no recuerdo quién fue el gracioso que me puso el dicho adjetivo. Y está claro que no fue porque fuera salada ni fácil de untar (entiéndase como se quiera). Era porque siempre me dolía algo. Las muñecas, los pies, la espalda. A veces duele hasta respirar. Y duele que los demás no lo entiendan. Y lo mío era diario. Estar sentada en la silla del colegio era una tortura. Las clases de gimnasia ni lo cuento. No soy torpe. Corrijo: no soy demasiado torpe. Pero tampoco soy una atleta. Por mucho ballet que haya hecho. Correr era insoportable. Saltar requería toda mi fuerza mental. No va a dolerme. No va a dolerme.

Alguien decidió que me lo inventaba. Que eran cuentos. Que lo hacía para llamar la atención. Claro, es que sus padres se han divorciado, la niña tiene que llamar la atención de alguna manera. Y lo hacía. Tenía mis "maneras". Pero el dolor no era una de ellas. Curiosamente la respuesta de mis padres a mi dolor era siempre la misma: "No le hagas caso. Si no le haces caso se te acaba pasando." Eso y el "Llorar no sirve para nada" de mi padre son las frases más estúpidas que he oído nunca. A ellos, quiero decir.

El error estuvo en creerlos. A todos. Creí que mi dolor era mi forma de expresar mi debilidad, mi fragilidad. Mi falta de cariño. Y una polla (perdón). No soy débil. No soy frágil. Y tengo y he tenido mucho más cariño del que todos me hacían pensar. Malos momentos tenemos todos. Y no nos provocan dolor difuso y contínuo para el resto de nuestras vidas. Porque eso es lo que la niña de mantequilla vive cada día. Y ya no necesita llamar la atención. Y desde luego sigue sin estar falta de cariño. Pero el dolor sigue ahí. Más intenso si cabe. En cada hora pasada frente al ordenador. En cada niño alzado en brazos. En cada una de las cosas que implican estar viva. Y ser un ser físico además de espiritual.

La niña de mantequilla está agotada. Y no tiene ganas de irse a la cama porque sabe que le pesarán las sábanas.

La niña de mantequilla tiene una enfermedad. Se llama FIBROMIALGIA. Y lo que piensen los demás, pues eso. Una polla. O dos. (Y esta vez sin pedir perdón)

Besitos de mantequilla a todos!

5 comentarios:

Nils dijo...

Las niñas de mantequilla son saladas y no lloran porque eso no va con ellas; y son muy fuertes porque no todo el mundo es capaz de soportar ser de mantequilla con la misma estoicidad.

Ladonnabupu dijo...

Gracias Nils!

Mad dijo...

Pero si la mantequilla es uno de los mayores logros de la humanidad! Los ingleses hasta cocinan con ella :D

Anónimo dijo...

Todos en algun momento de nuestra vida somos de mantequilla y muy pocos de los que viven a nuestro alrededor entienden nuestro sufrimiento al ser de mantequilla. Un abrazo
Maria

Ladonnabupu dijo...

Mordrog, espero que eso no sea una insinuación para verme cocinada. La Señora Oscura podría cabrearse... igual que si no la llamas...

María, es verdad, todos somos un poquito de mantequilla de vez en cuando. Y los abrazos nos sientan genial. Uno bien grande para tí.

Besitos!